Para descansar de tanta bebida alcohólica a veces va bien tomarse
una infusión, sobre todo si la has cultivado tu mismo. Y una de las
infusiones más típicas que nos podemos encontrar es la famosa
manzanilla. La manzanilla o matricaria chamomilla es una planta
aromática anual, de unos 50 centímetros de altura y originaria de
Europa (zona de los Balcanes) y Asia meridional. Es una planta de la
cual podemos encontrar frecuentemente alguna de sus variedades crecer
de forma silvestre ya que no es una planta exigente en cuanto a la
riqueza de los suelos. Crece perfectamente en terrenos arenosos y
secos aunque su hábitat natural son los climas templados y
relativamente húmedos. Además de sus cualidades aromáticas es una
planta que tomada en infusión puede resultarnos beneficiosa ya que
es digestiva, hepática, antiespasmódica y carminativa. En general
es buena para hacernos más llevaderos las dolencias del sistema
digestivo. Además se puede considerar un sedante suave, buena para
casos de estrés e insomnio. También puede aliviar el dolor de
cabeza, aunque seguro que va mejor una aspirina. Para preparar la
manzanilla primero hay que recolectar las flores y dejarlas secar a
la sombra durante unos días. Después se infusionan, se filtra y
listo para beber.
Para asegurarnos de que la especie que cultivamos es la más adecuada
lo mejor es comprar las semillas en cualquier tienda de plantas o
lugar en donde vendan semillas.
Como se puede ver en la foto, las semillas son muy pequeñas, por lo
que tendremos que tener cuidado a la hora de esparcirlas por el
terreno en donde vayamos a plantarlas para que no caigan demasiado
juntas. También se habrá tenido que preparar bien el terreno para
que la tierra esté blanda y se puedan repartir bien las semillas.
Cuando la flor de la manzanilla está seca es muy fácil de deshacer y ya está lista para la infusión.
Esta es una bolsita de infusión de manzanilla de una marca comercial en la que podemos apreciar las flores de camomila.
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